FIONA

 

Fiona es un loro gris de cola roja hembra criada a mano, es de las denominadas “papilleros”.

 Para mi cumpleaños, mi marido quiso regalarme un yaco papilleros. En algunos lugares, sobre todo en tiendas y criaderos especializados en el precio estaba incluido la factura, el transporte, el sexaje, las pruebas víricas (normalmente son 3) he incluso, dónde al final la compramos, también tenías un lote compuesto por papilla, pienso, semillas y maíz, unas jeringas con sondas, para darle la papilla  y un libro editado por ellos mismos; dónde te explicaban cómo cuidarlos, cómo darles de comer, los cambios que se irían produciendo…  

Por Internet encontramos Psittacus Catalonia www.psitacus.com. Lo que vimos en su página nos gustó y quedamos con ellos para ver los polluelos, aunque en esos momentos nos dijeron que no había ninguno disponible. Cuando hicimos la visita, hablamos de muchas cosas. Les explicamos que teníamos desde hacía tiempo otro yaco y que no sabíamos que sexo tenía, pero que nos poníamos en la lista de espera y en cuanto supiéramos el sexo del nuestro, pues pediríamos el papillero del otro sexo.

 Así, al saber que teníamos un macho, encargamos una hembra.

Tuvimos que esperar más de un mes.

 El día que fuimos a escoger a la lorita, con 30 días de vida solo había 1 y las otras hembras tenían menos días. Nos enseñaron cómo les daban las papillas. Y yo le di a la que iba a ser la nuestra. Me dio un poco de apuro y aunque no es muy difícil, la primera vez parece muy complicado.

Hablando de cosas les comenté que yo había dado biberón a perros, en concreto a bóxer. A lo que ellos me dijeron que dar la papilla con jeringa es mucho más fácil que dar un biberón a un perro. Me garantizaron que era muy difícil hacerles daño, que si la daba a la temperatura correcta no tenía que pasar nada.

 En fin, que cuando llegamos a casa la dejamos en la caja que nos dieron para transportarla. Abrimos la caja, y dejamos que “Fiona” se tranquilizara y empezara a acostumbrarse a su nuevo entorno, cosa que tardó unos 2 días. Lo chungo fue la primera toma que le di sin asesoramiento directo!! Súper difícil. Pensé que no sería capaz de hacerlo bien, pero la segunda vez, fue mejor. Después ella ya empezaba a colaborar y así era más fácil. Al igual que algunos de los cachorros bóxer que había dado biberón, Fiona se mostraba muy especial con la temperatura de la papilla. Si estaba un pelín por debajo de caliente ya no la quería.

 Siempre que tenía alguna duda, podía consultar con Teresa y Xavier, de psitacus catalonia, tanto por correo electrónico o por teléfono y así lo hacía. También seguía las recomendaciones dadas por el libro del que os he hablado.

 Es alucinante ver como día a día va cambiando!!.

 Lo que nos empezó a preocupar es que aceptar, aceptar, sólo me aceptaba a mí (en plan persona). A los perros no les decía nada, ni se asustaba, al contrario siempre le han gustado. Sin embargo ni a mis hijos, ni ha mi marido los aceptaba, es más, empezó a coger la costumbre de gritarles a la vez que se les tiraba a picar en plan Alien.

 Sé que ya me habían dicho que normalmente cogen preferencia por alguien de la casa. Pero yo no imaginaba que hasta ese punto. Además, McGiver siendo un loro adulto cuando lo adquirimos, no había mostrado nunca esa faceta, siente más predilección por mí pero acepta a todos y de todos coge comida y no se tira a picar a nadie.

 Antes de llamar a dónde la compré, probé de solucionar el problema. Primero traté de que continuaran todos como si nada y que trataran de estar más por ella, pero visto que la cosa empeoraba, cambiamos de táctica: no le decían casi nada, pero solo pasaban cerca o probaban de tocarla se ponía como una “moto”.
Finalmente llamé a Teresa y hablamos del tema, vimos que por la evolución que seguía iba bastante adelantadilla, tanto en el plumaje como en los hábitos de comer y sobre todo en esa actitud que estaba mostrando, que por la edad que tenía aún no le tocaba. Pero según parece las hembras crecen más rápido que los machos y Fiona no era una excepción. Me recomendó que hablara con un veterinario y le comentara lo del carácter y seguro que me daría mejor consejo ya que el veterinario del que hablo sabía de comportamiento de aves.

 Cuando le expliqué las cosas al veterinario, éste me recomendó que lo que tenía que hacer (y cuanto antes mejor) era yo dejar de estar por ella y que fueran los demás los que le dieran de comer, le hablaran…vamos lo que yo hacía era lo que tenían que hacer los demás y así Fiona se acostumbraría también a ellos.

 Esta solución tenía un problema y es que en casa la que está por los animales soy yo. A los demás les gustan, juegan, les dan de comer  si hace falta, sacarán a pasear los perros…  pero la que día a día está por todos soy yo.

 Sí poníamos en práctica esta táctica, Fiona iba a estar muy sola. Y yo eso no podía soportarlo, no podía pasar por su lado y ni mirarla. Opté entonces por algo intermedio. Yo ya no volví a darle de comer más a no ser que fuera estrictamente necesario. A la hora de las comidas me escondía y era alguno de ellos quién se la daba. El único que no se atrevía a darle de comer por el tema de la sonda es mi hijo más pequeño y justo la vez que lo convencí en una ocasión va y ella no quería la papilla y mi hijo ya no quiso probar más veces.

Como resultado de esas tretas es que a mí me sigue queriendo un montón, a mi hijo mayor que es el que más le ha dado de comer lo acepta bastante, a mi marido pues pse pse y a mi hijo menor no hay manera!!.

 Como ya he dicho, cuesta de aceptar esta distinción que hace. Y choca mucho ver que el otro loro no sea más arisco con unos que con otros y resulta que con ella que la has criado desde muy pequeña este tema no ha salido bien, al menos de momento.

 Lo curioso es que a los perros los acepta como algo normal, es más, desde muy pequeña que hemos tenido que ir con mucho cuidado porque se tira desde lo alto de la mesa o la percha hacia los perros y quiere estar con ellos como si tal cosa.

 Mis perros están acostumbrados (bueno estaban) a ver a los otros animales de casa en sus respectivas jaulas. Cada uno en su sitio!!. McGiver siempre ha estado ahí. Las tortugas también. Han visto hámsters (he incluso nos hay ayudado a cogerlos una vez que se escaparon. Eeeh que se lo que estas pensando...ayudar¿? pues si, yo aún no se como no se zamparon ninguno...estaban Ona y Draco y me los traía Ona en su boca ERA PARA HABERLO VISTO), aceptaron las ardillas, el conejo… pero lo dicho, cada uno de ellos en su jaula y ahora llega un pajarraco y quiere venirse con nosotros? POS VA SER QUE NO!

 Nos ha costado, por que no es lo mismo un perro+ un loro que es algo más controlable, que 3 perros grandotes + 1 loro enanote empeñado en hacer amistad a toda costa con sus 3 parientes peludos. Yo creo que mis perros (no sé los demás) opinan que lo que hay en el suelo es de todos. Y a Fiona no hay cosa que más le guste que estar por el suelo para ir donde le plazca.

 Ah!, antes de lo recomendado, casi un mes, le recortamos las plumas de un ala para que no fuera tan lanzada. Tenía fijación, y salía despedida. Ahora lo sigue haciendo pero mucho menos. A de más, de esta manera se evita que con la libertad de la que goza salga volando por la ventana algún día.

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Ya hemos conseguido una especie de equilibrio entre todos. Los perros ya la aceptan (entre comillas muy grandes) y ella empieza a ver que sin la supervisión de un adulto no puede jugar con perros…Y hace gracia verla tan enana en el suelo pasando entre medio de las patas y los otros que la miran y los sigue hacia las habitaciones o a donde vayan.

 A quien tampoco traga es a Cunny, el conejo.

 A Cunny le encanta ir detrás de mí y correr alrededor. Como Fiona también va detrás de mi, parece no hacerle gracia. Y cuando se le acerca para olerla y estar a su lado tampoco lo soporta y acaba picándolo y poniéndose en plan gallito con él.

 La relación que tiene con McGiver pues no es nada buena.

 En cuanto la veía trepando por la separación de la jaula iba a picarla y si no, le tiraba de una pluma, ella ya no se fía de él. Y ahora da la impresión de que McGiver la busca aunque no parece que sea para hacerle daño, pero Fiona no deja que se le acerque.

 En el momento de mi relato cuenta con casi 5 meses.

 Ha empezado a silbar y dice cosas pero no hay quien la entienda. Ya sé que Teresa me aconsejó que es mejor no enseñarles muchos silbidos, mejor hablarles para que así aprendan más a hablar que a silbar. Pero como oye a McGiver… Procuro no silbarle, pero se me hace difícil quitarme la costumbre que he estado teniendo con el otro.

La diferencia que he encontrado entre un loro criado en cautividad pero en estado  salvaje a otro criado a mano es tal y como me lo habían explicado. Y eso que aún no he visto casi nada. Pero poder acariciarla, jugar con ella, llevarla en mi hombro… sin miedo a que me pique, es mucho. Tal vez algún día hubiera podido “tocar” a McGiver, pero al paso que íbamos creo que había para tiempo.

 Fiona no ha pasado por ningún trauma que la haya puesto en contra del ser humano. Encuentra normal que la toques, que la rasques, es más, busca el contacto. No voy a decir que es perfecta, por que tiene su carácter, y bastante carácter. Al menos en dos ocasiones apretó mi dedo más de la cuenta, en una de ellas incluso me hizo sangre. Seguí los consejos que me dio el veterinario, con la otra mano apreté y abrí el pico. Al momento le dije NO!  la encerré en su jaula, le di la espalda y me fui enfadada.

 Según explican, la mirada les indica muchas cosas, sobre todo tu enfado. Y cuando hacen algo mal lo mejor es usar esta táctica. Yo la uso siempre que hacen algo mal, como chillar o en el caso de Fiona tirarse al suelo desde donde la pongo. Si insiste, finalmente aparte de demostrarle mi enfado la encierro en su jaula. Quiero enseñarle que al suelo solo puede estar cuando alguno de nosotros la deja ahí, no siempre que ella quiera, ya que corre el peligro de que los perros le hagan daño o que si no estamos por ella en ese momento la pisemos o toque cosas que no debe. También al caerse, puede fracturarse una pata o ala.

 Veo que es tozuda, pero también aprende rápido. Empezó a picotear los marcos de las puertas. En cuanto me di cuenta la regañé y la encerré en su jaula. A los 10 minutos la volví a sacar y la estuve vigilando, fue directamente al marco y mirándome de reojo a la que pensó que no la miraba volvió ha hacerlo. Volví ha hacer lo mismo, pero no la dejé salir porque tenía que ir a trabajar. Al siguiente día, volví a dejarla suelta como hago cada mañana. Se fue a la cocina siguiendo a su poco amigo Cunny y volvió a arrancar lo que se había dejado el día anterior en el marco. Al momento la regañé y la encerré en su jaula. De momento no he tenido que volver a preocuparme del marco de la puerta (pero sigo vigilando por si acaso), ni se lo mira: se queda en medio de la cocina y se entretiene investigando por aquí y por allá.
Yo supongo que es como un niño que prueba a ver hasta donde puede llegar. Ella prueba y si se lo permites pues sigue haciéndolo. Pero lo que hace mal, se lo hago saber. Veo que he de mantenerme firme, pero tarde o temprano aprende que no debe hacerlo, aunque hay algunas cosas (como la de tirarse) que le cuestan de dejar de hacerlas. Como ya he dicho es muy pequeña aún.

 

 

3/04/05

 

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